martes, 18 de agosto de 2015

Epílogo




-¡Despierta, despiertaaa!-

Como un aguijón que le pinchaba los nervios, despiertan al Fantasiano extraviado entre sus mismas azuladas sábanas.

Y el sol entraba radiante por la ventana.

Lo primero que vio al abrir los ojos fue que su Motita Joey estaba encima de él y lo llamaba, porque era tarde:

-Son casi las ocho de la mañana, Diego-

-¿Y qué sucede a las ocho de la mañana?- rasguñaba sin pensar en lo que decía siquiera.

-¡Pues qué más! ¡Que hay que ir a la filmación de la película!- Joey saltaba agitando las antenas.

Diego parpadeaba y se rascaba la cabeza, y los recuerdos de lo que había vivido ya no eran tan lúcidos, pero tampoco se desvanecían.

-¿Estoy otra vez aquí?-

A medida que sus anaranjados ojos se adaptaban a esa nueva realidad, reconocía los colores y los diseños que se le aparecían: cada poster, cada juguete, cada mueble. Totalmente distinto a su cuarto de la noche anterior, pues todas sus cosas que representaban la época actual estaban allí otra vez.

La insignia de la GDF relucía orgullosa sobre el tope del armario, y así finalmente el alma de Diego da por concluida su aventura nocturna por las tierras oscuras llenas de zombies.

Estaba de regreso en su verdadera casa.

-¡DIOS, Joey! Si supieras ¡Si supieras el sueño que tuve! Dios, aún me tiemblan las piernas-  

Y en efecto, intentó ponerse de pie y casi se cae. Estaba todavía temblando del susto del que acababa de salir. Pero igualmente se paró de la cama y se apresuró hasta el espejo que colgaba de una puerta del armario.

Necesitaba más pruebas de que había sido un sueño, y tenía miedo de que estuviera engañándose y se encontrara atrapado todavía en esa otra dimensión.

Palpó su rostro mientras estudiaba la imagen reflejada en el espejo, y su pijama de medias lunas estaba intacto. No había señales de nada, sus ropas lucían impecables aunque un poco arrugadas posiblemente producto de una noche revolcándose en la cama.

No había nada que le indicara que estaba en la década de los 80s, ni menos en un lugar parecido a una película de terror.

Y escuchó a Centella de Oro saludarlo desde el jardín con su voz de campanitas de plata.

-¡Ya casi son las ochos!- Joey insistió en recordarle, agitando sus antenas con apuro.

-Sí, es cierto- dijo chequeando el reloj de cuerda de la mesa de noche y sacudiéndose los últimos rastros del sueño que aún quedaban en su persona –¡Me alisto rápido!-

---*---*---*---

La urbanización Los Álamos estaba salpicada de motas de luz solar, y brillaban las flores en todos los jardines y ventanas. Una música se oía lejana, era la música de la naturaleza Fantasiana.

Aspirando aire frío y totalmente puro, no tardaron, Diego y Joey, mucho en ver llevar el Charlie 8, rodando contento por la calle principal que daba a la Calle 8. Y todos sus amigos venían allí.

Era grande la diferencia entre el Charlie 8 la camioneta vieja que lo había venido a buscar anoche. El color rojo del 4x4 descapotado brillaba con la luz del sol, y cada una de sus piezas seguía tan nueva como el día en que lo terminaron de construir.

-Holasss- cantó Gilberto que venía al volante como siempre.

-Hola amigo ¿Te quedaste dormido?- agitó el brazo Alexander desde el asiento de atrás. Y fue extraño, que su conejudo amigo rojo supiera eso.

-Eso supongo, pero ya estoy aquí- Diego y Joey cruzaron la entrada del jardín de la Casa 4, cuando ya el Charlie 8 estaba parado justo al frente -¡Vámonos!-

 De un salto subieron a la parte trasera y Diego aterrizó en el asiento al lado de Jeffrey y su Motita Fancy.

-¡Hola Jeff!!- lo saludó con un entusiasmo, que era como si Jeffrey resucitara de entre los muertos.

Se encendió la música (Lo mejor del Italo Dance de los 80s, lo favorito de Los 8 de Malú) y el Charlie 8 arrancó feliz rumbo hacia Valle Guayabo.

-Y entonces, vamos a lo de la filmación de la película ¿No?- tímidamente, Diego se esperaba que Johnny girara a verlo como si fuera un tonto y le preguntaran si no se acordaba del pobre Joe.

-Sí, claro ¡Qué emoción! ¡Hoy voy a matarte, Dig!- gritó William  dándole un gran respiro. Finalmente habían decidido dejar eso en el guión.

-Sí… ehh.. eso parece- el aludido carraspea. Entonces su amigo Christian, que iba al lado del conductor, lanza una exclamación y dice:

-Me están recordando el sueño que tuve anoche- alzaba la voz para sobresalirle a la música.

-¿Sueño?- Diego se sintió profundamente aludido.

-¿Sueño?- para sorpresa de Diego, Alexander también parecía relacionarse con eso, y Randolph casi que decía lo mismo.

-¡Anoche tuve un sueño espantoso!- contaba el periquito. El Charlie 8 ya se enrumbaba por el camino El Castillete que desembocaba en la avenida principal de Valle Guayabo, y la dirección se parecía mucho a la dirección que tomaron anoche para ir al susodicho cementerio.

¡Pero ni modo que fuera el ambiente igual! El camino brillaba con sus adoquines rojos a diferencia de la sucia carretera de tierra por la viajó Diego anoche.

-Un momento- Gilberto detiene el 4x4 y baja el volumen de la música, y lo demás se preguntan por qué  -¿Ustedes soñaron anoche… por casualidad, con que íbamos a un cementerio, a ver a un tal Joe… y que…-

-¡SÍ!!- gritó Diego y no fue solo él, Jeffrey, Alexander, Christian, Randolph y bueno, todos, también gritaron la afirmación.

Gilberto se quedó pensativo.

-¿Acaso todos soñamos lo mismo?- preguntaba Diego.

-Fue un sueño... ¿Verdad?- se atrevió a preguntar Johnny. Todos voltearon a mirarlo como impulsados por un resorte.

Gravemente, Gilberto dirige su mirada a cada uno de sus compañeros en silencio. Apretó las manos fuertemente en el volante.

-Zombies…- se estaba sintiendo demasiado bien, como ahora volver a recordar su pesadilla de la noche anterior. Diego no quería creerlo.

-Salían zombies por todas partes, sí. Y estaba aquel horrible pueblo…- Gilberto continuaba con lúgubre voz.

En las brillantes y coloridas praderas de Valle Verde, llenas de música natural, no era posible sentir el horror del sueño otra vez. Pero a ninguno les gustó lo que estaban hablando… o recordando.

-Fue solo un sueño ¿Verdad?- insistía Johnny apretando su Motita Peppin contra sí, porque una particularidad del sueño era que no existían ni sus Motitas ni sus Caballos.

-No lo creo, no si todos soñamos lo mismo-

Gilberto arrancó el Charlie 8 y entonces continuaron su viaje a Valle Guayabo.

Los Fantasianos viajan a veces a otras dimensiones, extrañas y que no tenían explicación, y Los 8 de Malú precisamente iban  a una: a la dimensión de una supuesta antigua Roma Fantasiana. Por eso, no podían asegurar que el “sueño” de la noche anterior, con los zombies y el cementerio, fue nada más un sueño.

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