-¡Despierta,
despiertaaa!-
Como un aguijón
que le pinchaba los nervios, despiertan al Fantasiano extraviado entre sus
mismas azuladas sábanas.
Y el sol entraba
radiante por la ventana.
Lo primero que
vio al abrir los ojos fue que su Motita Joey estaba encima de él y lo llamaba,
porque era tarde:
-Son casi las
ocho de la mañana, Diego-
-¿Y qué sucede a
las ocho de la mañana?- rasguñaba sin pensar en lo que decía siquiera.
-¡Pues qué más!
¡Que hay que ir a la filmación de la película!- Joey saltaba agitando las
antenas.
Diego parpadeaba
y se rascaba la cabeza, y los recuerdos de lo que había vivido ya no eran tan
lúcidos, pero tampoco se desvanecían.
-¿Estoy otra vez
aquí?-
A medida que sus
anaranjados ojos se adaptaban a esa nueva realidad, reconocía los colores y los
diseños que se le aparecían: cada poster, cada juguete, cada mueble. Totalmente
distinto a su cuarto de la noche anterior,
pues todas sus cosas que representaban la época actual estaban allí otra vez.
La insignia de
la GDF relucía orgullosa sobre el tope del armario, y así finalmente el alma de
Diego da por concluida su aventura nocturna por las tierras oscuras llenas de
zombies.
Estaba de
regreso en su verdadera casa.
-¡DIOS, Joey! Si
supieras ¡Si supieras el sueño que tuve! Dios, aún me tiemblan las piernas-
Y en efecto, intentó
ponerse de pie y casi se cae. Estaba todavía temblando del susto del que
acababa de salir. Pero igualmente se paró de la cama y se apresuró hasta el
espejo que colgaba de una puerta del armario.
Necesitaba más
pruebas de que había sido un sueño, y tenía miedo de que estuviera engañándose
y se encontrara atrapado todavía en esa otra dimensión.
Palpó su rostro
mientras estudiaba la imagen reflejada en el espejo, y su pijama de medias
lunas estaba intacto. No había señales de nada, sus ropas lucían impecables
aunque un poco arrugadas posiblemente producto de una noche revolcándose en la
cama.
No había nada
que le indicara que estaba en la década de los 80s, ni menos en un lugar
parecido a una película de terror.
Y escuchó a
Centella de Oro saludarlo desde el jardín con su voz de campanitas de plata.
-¡Ya casi son
las ochos!- Joey insistió en recordarle, agitando sus antenas con apuro.
-Sí, es cierto-
dijo chequeando el reloj de cuerda de la mesa de noche y sacudiéndose los
últimos rastros del sueño que aún quedaban en su persona –¡Me alisto rápido!-
---*---*---*---
La urbanización
Los Álamos estaba salpicada de motas de luz solar, y brillaban las flores en
todos los jardines y ventanas. Una música se oía lejana, era la música de la
naturaleza Fantasiana.
Aspirando aire
frío y totalmente puro, no tardaron, Diego y Joey, mucho en ver llevar el
Charlie 8, rodando contento por la calle principal que daba a la Calle 8. Y
todos sus amigos venían allí.
Era grande la
diferencia entre el Charlie 8 la camioneta vieja que lo había venido a buscar
anoche. El color rojo del 4x4 descapotado brillaba con la luz del sol, y cada
una de sus piezas seguía tan nueva como el día en que lo terminaron de construir.
-Holasss- cantó
Gilberto que venía al volante como siempre.
-Hola amigo ¿Te
quedaste dormido?- agitó el brazo Alexander desde el asiento de atrás. Y fue
extraño, que su conejudo amigo rojo supiera eso.
-Eso supongo,
pero ya estoy aquí- Diego y Joey cruzaron la entrada del jardín de la Casa 4,
cuando ya el Charlie 8 estaba parado justo al frente -¡Vámonos!-
De un salto subieron a la parte trasera y
Diego aterrizó en el asiento al lado de Jeffrey y su Motita Fancy.
-¡Hola Jeff!!-
lo saludó con un entusiasmo, que era como si Jeffrey resucitara de entre los
muertos.
Se encendió la
música (Lo mejor del Italo Dance de los 80s, lo favorito de Los 8 de Malú) y el
Charlie 8 arrancó feliz rumbo hacia Valle Guayabo.
-Y entonces,
vamos a lo de la filmación de la película ¿No?- tímidamente, Diego se esperaba que
Johnny girara a verlo como si fuera un tonto y le preguntaran si no se acordaba
del pobre Joe.
-Sí, claro ¡Qué
emoción! ¡Hoy voy a matarte, Dig!- gritó William dándole un gran respiro. Finalmente habían
decidido dejar eso en el guión.
-Sí… ehh.. eso
parece- el aludido carraspea. Entonces su amigo Christian, que iba al lado del
conductor, lanza una exclamación y dice:
-Me están
recordando el sueño que tuve anoche- alzaba la voz para sobresalirle a la
música.
-¿Sueño?- Diego
se sintió profundamente aludido.
-¿Sueño?- para
sorpresa de Diego, Alexander también parecía relacionarse con eso, y Randolph
casi que decía lo mismo.
-¡Anoche tuve un
sueño espantoso!- contaba el periquito. El Charlie 8 ya se enrumbaba por el
camino El Castillete que desembocaba en la avenida principal de Valle Guayabo, y
la dirección se parecía mucho a la dirección que tomaron anoche para ir al
susodicho cementerio.
¡Pero ni modo
que fuera el ambiente igual! El camino brillaba con sus adoquines rojos a
diferencia de la sucia carretera de tierra por la viajó Diego anoche.
-Un momento-
Gilberto detiene el 4x4 y baja el volumen de la música, y lo demás se preguntan
por qué -¿Ustedes soñaron anoche… por
casualidad, con que íbamos a un cementerio, a ver a un tal Joe… y que…-
-¡SÍ!!- gritó
Diego y no fue solo él, Jeffrey, Alexander, Christian, Randolph y bueno, todos,
también gritaron la afirmación.
Gilberto se
quedó pensativo.
-¿Acaso todos
soñamos lo mismo?- preguntaba Diego.
-Fue un sueño...
¿Verdad?- se atrevió a preguntar Johnny. Todos voltearon a mirarlo como
impulsados por un resorte.
Gravemente, Gilberto
dirige su mirada a cada uno de sus compañeros en silencio. Apretó las manos
fuertemente en el volante.
-Zombies…- se
estaba sintiendo demasiado bien, como ahora volver a recordar su pesadilla de
la noche anterior. Diego no quería creerlo.
-Salían zombies
por todas partes, sí. Y estaba aquel horrible pueblo…- Gilberto continuaba con
lúgubre voz.
En las brillantes
y coloridas praderas de Valle Verde, llenas de música natural, no era posible
sentir el horror del sueño otra vez. Pero a ninguno les gustó lo que estaban
hablando… o recordando.
-Fue solo un
sueño ¿Verdad?- insistía Johnny apretando su Motita Peppin contra sí, porque
una particularidad del sueño era que no existían ni sus Motitas ni sus Caballos.
-No lo creo, no
si todos soñamos lo mismo-
Gilberto arrancó
el Charlie 8 y entonces continuaron su viaje a Valle Guayabo.
Los Fantasianos
viajan a veces a otras dimensiones, extrañas y que no tenían explicación, y Los
8 de Malú precisamente iban a una: a la
dimensión de una supuesta antigua Roma Fantasiana. Por eso, no podían asegurar
que el “sueño” de la noche anterior, con los zombies y el cementerio, fue nada
más un sueño.
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