-¿Jeffrey?- balbuceó Diego un poco perplejo de
encontrarse allí a su amigo. Y eso no era lo más inusual, era el aspecto de
Jeffrey lo más inusual: Estaba vestido, a esas horas de la noche, y vestido con
una ropa rarísima.
Estar vestido no era común en los Fantasianos,
a no ser que fuera para una ocasión especial.
-¿Qué haces sin vestirte?- preguntaba Jeffrey
con expresión extrañada- Ya nos vamos-
-Creí que era a las ocho que nos reuniríamos… A
las ocho de la mañana y ¿Qué hora es? No deben ser ni las cinco-
-¿Qué?¿De qué hablas?- torció el gesto Jeffrey.
-Pues de la filmación de la película… es a las
ocho que nos vamos para Valle Guayabo- y Diego buscó por todos lados a los
Caballos y las Motitas -¿Pero dónde están Centella de Oro, Joey y tu Caballo??-
-¿Quiénes?-
Aquello dejó a Diego frío, Jeffrey preguntaba
“quiénes” y entonces él empezaba a dudar de todo lo que recordaba:
-Creo que tuve un sueño…- murmuró ante un
Jeffrey impávido-Un sueño donde yo tenía un Caballo y una Motita, de hecho
todos nosotros. Y éramos actores de cine…-
-Ah, Diego ¡Qué ocurrencias!!- rió Jeffrey al
fin.
-Sí… ¡Dios! De dónde habrá salido eso… ehhh ¿Y
entonces? Si no vamos al estudio de cine en Valle Guayabo… ¿Para dónde es que
vamos?-
-Al cementerio, claro-
Fue lo que le dijo Jeffrey.
Diego balbuceó algo ininteligible y luego
agregó:
-Ehhh, sí, ya me acordé. Es raro, pero creía
que íbamos a trabajar, que éramos actores… Pero supongo que soñé eso- el
unicornio discernía pero no estaba nada convencido de que lo había soñado. No
sabía lo que estaba pasando de hecho, pero suponía que debía ir a vestirse.
-Bien… te espero- finalizó Jeffrey con mirada
inexpresiva y Diego sin preguntar más nada dio la media vuelta dejando a
Jeffrey parado en el jardín en medio de la oscuridad.
Entró a su casa agobiado por el silencio y
subió a su cuarto a vestirse.
Sí, todo era muy diferente, el cuarto no tenía
ningún aparato moderno, ni teléfono, ni su equipo de sonido, ni nada de lo que
recordaba sino un montón de cosas viejas y a Diego se le antojó pensar que su
cuarto había regresado al pasado. Y lo pensó aún más cuando abrió el armario y
sacó ropa para ponerse…. ¡Era toda como la ropa de esos videos y series
animadas de los 70s y los 80s! ¿Dónde estaba toda la ropa en vogue que había comprado recién?
No la encontró por ninguna parte.
No le quedó más que ponerse unos jeans
medio acampanados y una franela con el número “3” en el pecho (Era su número,
de hecho, dentro de Los 8 de Malú) y ahora sí parecía que había viajado al
pasado completamente. Pero un pasado de otra dimensión y de otro tiempo.